2.3.11

Revivir

Y de repente me morí, me fui al cielo y descansé. Descansé de todo, de todos. Viendo sólo el azul de la infinidad. Sí, azul como el cielo en la tierra. No me moví, no hablé, no quise indagar si había alguien mas allá afuera. sólo me quedé boca arriba. Viendo la nada, viendo el todo, viendo el arriba y viendo el abajo. Me mecía en el aire como si fuera una pluma, como si en cualquier momento cayera a los pies de alguna persona. Pero no, sólo flotaba y flotaba. No más. La soledad era lo más delicioso que me hubiera podido pasar después de morir. Incluso si mi entorno hubiera sido negro. Yo era feliz.

Pero Renací. Al fin y al cabo aun me quedaban cosas que aprender. La soledad no es la felicidad, pero mi felicidad tampoco radica en otra persona.

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